martes, febrero 03, 2015

ESTUPENDA CRÍTICA DE LA PELÍCULA "EL BOSQUE" BASADA EN CUENTOS TRADICIONALES

Una bruja, un par de princesas, una madrastra malvada, algún aldeano noble, un lobo, príncipes valientes..., el bien, el mal, el problema, su resolución. Parece simple, pero no lo es tanto. Es parte (sólo una parte mínima) del contenido de En el bosque, película musical dirigida por Rob Marshall, alguien que entiende del género.

Desde siempre los cuentos de hadas tuvieron muchos detractores y su valor transmitido en forma oral a través de los siglos fue menospreciado. Hasta que Carl Jung y Bruno Bettelheim dejaron en claro su valor. La narración oral de esos cuentos, a través de personajes y situaciones fantásticas, era la mejor forma de hacer que el chico creciera moral y emocionalmente sin necesidad de dirimir cuestiones más realistas. De algún modo estas historias fueron esenciales en la educación y el crecimiento de los niños, a su vez, fáciles de asimilar por ser una inagotable fuente de placer estético y de atractivas tipologías. Al identificarse con los personajes de los cuentos, los niños comienzan a experimentar por ellos mismos sentimientos de justicia, fidelidad, amor, valentía, no como lecciones impuestas, sino como un gozoso descubrimiento, como parte orgánica de la vida. "Los cuentos de hadas simplificaban todas las situaciones. Las figuras no son ambivalentes, ni buenas ni malas al mismo tiempo, tal como en la realidad", explicaba Bruno Bettelheim en su célebre libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas.

El dramaturgo James Lapine y el compositor y letrista Stephen Sondheim, luego de haber trabajado en Sunday in the Park with George, abrevaron en los decires de Bettelheim y Jung para sumergirse en un desafío inmenso al crear el musical En el bosque (Into the Woods), estrenado en Broadway el 5 de noviembre de 1987, y sobre el cual está basada la película del mismo nombre que se estrenará pasado mañana.

¿Por qué todo el mundo parece ponerse de pie cuando se menciona a Stephen Sondheim? Porque fue figura vital en el desarrollo y la evolución del teatro musical. En un principio él hizo las letras de Amor sin barreras, Gypsy y Algo gracioso ocurrió camino al foro, pero consolidó su modo de hacer canciones en obras maestras como Company, Sweeney Todd, Sunday in the Park?, Into the Woods, Assasins y muchas otras. Él componía para que un personaje tenga un motivo real para expresarse cantando, no para que el espectador salga corriendo a comprarse el disco. No concebía canciones sin dramaturgia, sin un propósito. Eso distingue a Sondheim del resto y lo erige al nivel de "prócer" de un género que reúne a millares de fanáticos.

En un principio ambos autores pensaron en hacer una nueva versión teatral de El mago de Oz, pero desecharon la idea, aunque anclaron en la posibilidad de explorar los cuentos tradicionales. Pero no desde la mera narración sino que supieron que el concepto principal debía ser la exploración de los aspectos psicológicos más profundos que descansan bajo lo que parecen historias inofensivas. Así fue que tomaron varios cuentos famosos y decidieron no volver a contarlos, sino fusionarlos. Personajes de La Cenicienta, La bella durmiente, Jack y las habichuelas mágicas, Caperucita Roja, Blancanieves y Rapunzel fundían sus problemáticas a través de sus nudos argumentales, pero con derivaciones insospechadas. A ellos yuxtapusieron un cuento propio: el del Panadero y su mujer, que eran hechizados por una bruja. Con Into the Woods consiguieron internarse en el lado más oscuro y sombrío de los cuentos de hadas en relación a temas profundos como la responsabilidad social, la importancia de ser considerado por los demás y los valores que los adultos les transmiten a los niños. Durante todo el primer acto estos personajes se entrecruzan y presentan sus "problemas" individuales. Éstos van formando una trenza hasta que un desencadenante logra unir a cada una de esas historias: la pérdida. A partir de allí, en la segunda parte, el conflicto gira en torno a cómo sobrellevar esa pérdida y cómo hacerle frente al problema que lo generó.

"Cuidado con lo que digas, los chicos escuchan. Cuidado con lo que hacés, los chicos ven? y aprenden. Los chicos podrían no obedecer, pero escuchan. Los chicos te observarán para ver qué camino tomás y así aprender lo que van a hacer. Cuidado, antes de decir «escuchame»? los chicos escuchan." Así comienza la canción final de esta espléndida obra que subvierte todas las reglas del musical clásico.

Lapine siempre se inclinó más por las teorías de Carl Jung. Su principal objeción a estas historias fue que ofrecían falsas esperanzas y prometían finales felices "para siempre". A su vez, para Sondheim esos cuentos de hadas inducían a la irresponsabilidad social y el egoísmo. Y ese fue el origen de un entramado dramático perfecto.

La madurez, la avaricia, la niñez, el miedo, la desprotección, la unión, la sexualidad, el engaño?, cada aspecto de la mente humana estaba reflejado en cada tramo de esta obra puramente psicológica. Todos los personajes apelan al engaño o a la mentira para obtener lo que necesitan. "El fin justifica las habichuelas", dice en un momento la esposa del Panadero. Oscura y ácida, no fue concebida como obra infantil. Los personajes no son buenos o malos como en los cuentos, todos fueron humanizados. La bruja malvada puede ser franca y la honesta esposa del Panadero puede mentir. Aunque en el segundo acto todos los personajes sufren las consecuencias de haber podido cumplir sus sueños. Pueden unirse para combatir el peligro, pero también desmembrarse para salvar el propio pellejo. La violencia y la maldad se presentan de diferentes matices, y en esta obra la gente buena se puede morir. La vida misma, el cerebro humano como personaje principal. Pero vale aclarar, con mucho humor.

Está bien, la finalidad de este artículo no es hablar de una obra que ya no está en cartel sino de una película que se está por estrenar, con la actuación de Meryl Streep, como la Bruja. Pero el extenso preámbulo es para establecer las diferencias de este film tan bien adaptado. El guión es del mismo Lapine y "San" Sondheim se ocupó él mismo de supervisar cada paso que daba esta producción de los estudios Walt Disney.

La idea de llevar esta obra a la pantalla grande no es de ahora. Comenzó hace más de dos décadas, cuando Columbia Pictures elaboró un guión escrito por Lowell Ganz y Babaloo Mandel. Ese proyecto tenía a Robin Williams, Goldie Hawn, Cher, Danny DeVito, Steve Martin y Roseanne Barr en los papeles principales. Luego, esa idea frustrada se reflotó en 1997, en coproducción con Jim Henson Productions (Los Muppets), iba a ser dirigida por Rob Minkoff, con Billy Crystal, Meg Ryan y Susan Sarandon. Recién en enero de 2012, con el proyecto en manos de Disney y sus autores originales a cargo de su estructura, todo comenzó a funcionar otra vez. Claro está, Sondheim se llevó más de una rabieta. Le hicieron componer una canción para Meryl Streep que después quedó afuera, sacaron algunos personajes (el Hombre Misterioso, el padre de Cenicienta, Blancanieves, La Bella Durmiente), modificaron cuadros musicales y escenas. Pero lo más llamativo es que el aspecto más oscuro de la obra, el señalado del segundo acto, quedó ablandado por la maquinaria Disney. Ese aspecto fundamental que es "la pérdida" sólo quedó preso de la trama y mucho más lejos del concepto. Sin contar el argumento, muere menos gente en la película, por lo tanto los conflictos fuertes de los personajes se vuelven más livianos. De todas formas, corresponde señalar que quien no conozca la obra no se sentirá decepcionado, por el contrario. El mismo Sondheim aceptó que no estaba mal hacer esas concesiones para que la historia llegue a ese público masivo que alcanza el cine. ¿Están mal los cambios? No. Es algo que puede (o debe) ocurrir. Cuando Bob Fosse cambió casi totalmente el Cabaret que Harold Prince concibió para el teatro, nadie se rasgó las vestiduras.

A Meryl Streep, como esta hechicera tan particular, la acompañan en el elenco James Corden y Emily Blunt (Panaderos), Johnny Depp (Lobo), Anna Kendrick (Cenicienta), Daniel Huttlestone (Jack), Lilla Crawford (Caperucita), Mackenzie Mauzy (Rapunzel), Christine Baranski (Madrastra), Chris Pine y Billy Magnussen (Príncipes).

Aquellos que odian a los musicales suelen adorar a Sondheim, ya que sus canciones se cruzan con diálogos hablados y suelen contener varias melodías hasta opuestas. No es obvio. Curiosamente, cuando desarrolló la música de su obra, Sondheim en lo primero que pensó fue en diferenciarse de las melodías clásicas de las películas de Disney. Prefirió contrastarlos con sonidos secos, lejos del clasicismo propio de Broadway. Es interesante cómo el compositor y el letrista se afectan mutuamente. Cuando hay un propósito realmente dramático para una canción, algo sustancial para ser dicho, la música parece tomar energía y corazón desde las palabras, inspirada por el estado de ánimo y las ideas.

Un dato para los curiosos que adoren este film: el DVD de la versión teatral original, con subtítulos, se puede conseguir en Buenos Aires. Ideal para hacer comparaciones.

ENTRE EL ESCENARIO Y LA PANTALLA GRANDE

Versiones originales de películas musicales

Estreno actual. Meryl Streep, junto con el gran Stephen Sondheim, posando para la prensa al momento de presentar el film

Buenos Aires. Al frente, Eleonora Wexler, Nancy Anka, Noelia Noto y Verónica Goldstein, en la versión porteña de Annie (1982)

Broadway. Joanna Gleason, Bernadette Peters y Chip Zien, en la versión original estrenada en Nueva York en noviembre de 1987.

FUENTE: LA NACIÓN

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