lunes, mayo 13, 2013

LA COCINA EN LOS CUENTOS TRADICIONALES

La manzana de Blancanieves, la casita de chocolate de Hansel y Gretel, la sopa de Mafalda, la fábrica de chocolate de Willy Wonka o el contenido de la cestita de Caperucita Roja son sólo algunos de los sabrosos ingredientes que espolvorean la literatura infantil desde hace muchos años. Y aunque pudieran parecer sólo anécdoticos añadidos, muchas veces encierra este menudo recetario ocultos mensajes y veladas advertencias que, en su día, convenía trasladar a los más pequeños.
 
La gastronomía en los cuentos infantiles es el título de la charla que el investigador vallisoletano Julio Valles, especializado en cocina histórica, ofrecerá hoy en el marco de la Feria del Libro de León, un acto organizado por las Bibliotecas Municipales del Ayuntamiento a través de su Plan de Fomento Lector. Valles, dos veces premio Nacional de Gastronomía y asesor de la Escuela Internacional de Cocina, entre otros cargos y reconocimientos, explica que una de las mejores formas, si no la única, de acercar la cocina a los niños es a través de los cuentos, superando el hecho de que cuando se trata de hablar de alimentación e infancia, «la mayoría de las veces suele ser para reñir a los pequeños por lo mal que comen o al revés, para premiarlos».
 
Por eso, en el mediodía de hoy Valles recurrirá a una serie de cuentos clásicos, amén de algún que otro cómic, para repasar sus propuestas gastronómicas. Hablará de la sopa presente en Ricitos de Oro, cuando por su merma en los platos entienden los ositos que hay alguien en la casa, pero sin olvidar a Mafalda, la ‘antisopa’ por antonomasia, plato que le sugería toda suerte de agudas reflexiones (Valles preguntará a los niños presentes si es «tan terrible» como la pintan o si, por el contrario, les gusta). También se referirá a la cesta que llevaba Caperucita Roja a casa de su abuelita, elemento que le dará pie «para hablar de productos alimenticios que pueden recogerse en el campo, como setas, moras, miel, espárragos...». Y en el capítulo de las frutas, el símbolo es claro, la célebre manzana de Blancanieves.
 
Y es que la comida como recompensa o castigo era recurso habitual en los cuentos infantiles, explica Valles, autor de libros como Comer con Isabel de Castilla o Cocina y alimentación en los siglos XVI y XVII. La prueba está en la casita de chocolate que atrae de forma irresistible, como lo haría con cualquier niño, a los hermanos Hansel y Gretel. El quid está en que el dulce, aunque atrayente, «puede resultar nocivo», algo representado en la trampa de la bruja en la que caen los gemelos de la conocida historia.
A la conferencia, de acceso libre y gratuito, acudirán alumnos de centros leoneses, a quienes Julio Valles les enseñará «a idear cuentos a través de un plato, a contar una historia según sus diferentes ingredientes», ejercicio que les puede ayudar a familiarizarse con el mundo de la alimentación, y también a valorarlo. No en vano, «la cocina es creatividad», recuerda el presidente de la Academia Vallisoletana de Gastronomía, y eso es algo que muchos chavales tienen a flor de piel. «Sería estupendo que en alguno de ellos se despertase el gusto por la cocina en ese sentido», anhela Valles, un gran conocedor de la evolución de la historia culinaria. «Los platos tampoco han cambiado tanto desde el siglo XVII o XVIII, y eso que no tenían inducción ni thermomix, aunque sí se ha avanzado mucho en la exploración de las texturas», declaró.
 

No hay comentarios: