martes, abril 16, 2013

El jueves estuvo Cristina Verbena en La Luna.

Como los funambulistas que protagonizan sus pequeñas historias se movió Cristina Verbena el jueves en La Luna, en equilibrio entre las palabras y los silencios, entre los pensamientos y las sensaciones, entre la reflexión y la risa espontánea.

Tuvo un comienzo casi conceptual, diríase frío, con brevísimos microcuentos, que le sirvieron para captar la atención del público y para meternos en faena, pues sobre todo esta primera parte de la sesión exigía una escucha activa, no en acciones, pero sí en atención.

Después de la pausa (de rigor en La Luna), se relajó la narradora y se relajó el ambiente con ella (que no es que estuviera tenso, pero mantener tanta atención sostenida requiere también de espacio para el reposo), con un cuento largo y trepidante de pura acción, que prácticamente ocupó toda esta segunda parte de la noche.

Vista en conjunto, la sesión fue muy variada, los cuentos de múltiples procedencias y de estilos diversos y aunque, como ya he comentado, principalmente el comienzo resulta poco complaciente con el público poco avezado en esto de escuchar cuentos (pues a todo se aprende, también a escuchar), la sensación que se lleva uno al salir es la de satisfacción con una sesión de cuentos completa y bien ejecutada.

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