lunes, enero 28, 2013

CUENTOS EN MADRID: CUENTOS DE LAS MIL Y UNA NOCHES.


Héctor Urién sigue contando-descontando noches.

CUENTOS DE LAS MIL Y UNA NOCHES (noche XXXI) Espectáculo-río de Narración Oral
Martes, 29 de Enero; 21:15 horas
Taberna Alabanda (C/ Miguel Servet, 15; metro Lavapiés)
Aportación 3€; duración aprox. 30 minutos

Esta semana, la noche itinerante será en Sábado

CUENTOS DE LAS MIL Y UNA NOCHES (noche XXXI) ¡Versión extendida! Sábado, 2 de Febrero; 20:00 horas
Taberna Alabanda (C/ Miguel Servet, 15; metro Lavapiés)
Aportación 5€; duración aprox. 45 minutos

* * *

"Nuestra noche XXXI comienza con el triunfo de un hombre humilde, que regresa rico de buscar tesoros, pero aún debe lidiar con la familia. Yo, personalmente, no me puedo quejar: tengo la suerte de disfrutar de una hermana dispuesta, agudísima e incondicional, pero no siempre es así... A uno le toca lo que le toca, en estos casos, y las historias están plagadas de hermanos carcomidos por la envidia, y otros que se pisan las novias, o los novios. Es clásico el triángulo amoroso Giovanni Malatesta-Francesca de Rimini-Paolo Malatesta, a los que Dante encuentra en el Infierno. También se conoce la terrible disyuntiva de Alí Mohé, hermano de leche de un potentado persí al que Alí quitó la novia. Andaba la muchacha subiendo y bajando el agua, y balanceando las caderas que era un primor, y aprovechaba al pasar delante de Alí Mohé para derramar unas gotas de agua, y cuando el joven miraba, ella le hacía una caída de ojos tan irresistible que al pobre muchacho con la vista se le volaba el corazón. Una noche los amantes escaparon, y poco después el marido despertó, que le habían entrado ganas de moza, y al encontrar un hueco frío donde pensó tocar carne, se echó a la persecución bajo la luz de la luna, todavía con el gorro de dormir puesto y un alfanje desenvainado. Les dio caza muy cerca de Bujarin, y teniendo a ambos a su merced, borracho de venganza, silabeo con palabras corteses a Alí Mohé, su hermano, su mejor amigo, que asesinase allí mismo a su esposa. La chica lloraba arrodillada a los pies de Alí, suplicando también que la matase de un golpe, para librarse de las torturas del marido, y al pobre Alí le restallaba el corazón de pura pena.
Juder Ben Omar, pescador del Cairo, era un hombre sencillo y humilde, sin pizca de maldad. Y además ahora era rico y muy capaz de procurarse cualquier plato, por exclusivo que fuera. Pero, ay, sus hermanos. Sus hermanos eran unas hienas
."

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