lunes, abril 11, 2011

El jueves estuvieron Alex y Pepe en La Luna

Inesperada y sorprendente, así fue la sesión de cuentos el jueves en La Luna.

Desde la puesta en escena sobria, la clásica imagen del flamenco jondo: dos sillas, una guitarra, vestimenta negra inmaculada...

Luego estaba la técnica: la maestría con los instrumentos (la guitarra en un caso, la voz en el otro), los instrumentos mismos (esa guitarra que más de uno me comentó si estaba amplificada, y no, era su sonoridad natural), el control del tiempo y el ritmo...

Y las historias: coger un cuento africano tradicional, trasladarlo al mundo de los gitanos de Granada, y que resulte tan natural. O tomar el personaje de la Tarara y construir a su alrededor un relato lleno de emoción.

Porque Alex y Pepe nos transmitieron sobre todo eso, emoción. Las historias ya lo habrían hecho sólo narradas, con las meras palabras, pero haciéndolo apoyadas en la música, con la capacidad que ésta tiene de llegar a lo más profundo, consiguieron una intensidad multiplicada.
Música que no se limitaba a ilustrar, a acompañar las pausas, sino que hacía avanzar la historia, la complementaba, la seguía contando a otro ritmo con otra voz.

Fue una de esas raras sesiones en que se pierde la noción del paso del tiempo, porque los que estaban en el escenario capturan toda la atención y te llevan a ese estado especial de concentración. Y me sorprendió al terminar que apenas estuvimos con ellos una hora. No quiero decir que se me hiciera corto, ni largo, sino todo lo contrario. Y aunque habría estado mucho más tiempo escuchando y contemplando a Alex y Pepe, duró lo que tenía que durar.

Espero que no tengamos que esperar mucho tiempo antes de tener una nueva oportunidad de disfrutar con ellos.

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