lunes, julio 05, 2010

CUENTOS DE MISHIMA. BARCELONA

Ritmo lento, de calculada gestualidad japonesa, siguiendo el ritual del teatro nô. Joan Ollé se enfrenta esta vez a las cuatro historias de amor escritas al servicio de la modernización de este simbolista género escénico por el dramaturgo Yukio Mishima. Y lo que ha hecho, ayudado por el vestuario y maquillaje para la caracterización orientalista de los personajes, es exprimir toda el aura poética de los relatos para exponerlos con delicadeza sobre el tatami de la nueva sala del Mercat de les Flors.

La belleza de los textos de Mishima acaba imponiéndose a los problemas que ofrece este espacio, de atractiva estructura pero en el que la acústica no es todo lo buena que uno podría desear. A pesar de ello, y de que a una parte del público le cuesta adaptarse al ritmo pausado y estático que marca el libro de estilo de este tipo de montajes, el magnetismo que desprenden las historias consigue atrapar al espectador.

Los actores se adaptan a una estructura de medidos movimientos. El diferente estilo formal en la narración no impide que afloren, con la muerte como telón de fondo, los conflictos del amor y de los efectos del paso del tiempo. La escenografía y la creación videográfica de Eugenio Szwarcer es de lo mejor de la propuesta, que está bien dirigida por Joan Ollé.

Montserrat Carulla, vestida con un elegante kimono, brilla desde el principio en el relato Yoroboshi, como mediadora de un conflicto entre padres naturales y adoptivos que se disputan la paternidad de un joven ciego y loco (un estupendo Dafnis Balduz). Ambos se vuelven a encontrar en el cuarto relato, Sotoba Komachi, en el que una anciana mujer eterna enamora a un joven con el que coincide en un parque. En ella Carulla impone su carisma de gran actriz trasladando a escena toda la magia japonesa de su personaje.

En la segunda historia, Hanjo, Marta Marco compone, con preciso detallismo y ataviada de bella gueisa, a una joven que acude cada día a una estación para esperar a su amado (Enric Majó). Lo hace frente a la oposición de la enamorada pintora que la ha acogido (Victòria Pagès) y que lucha por retenerla a su lado. Pagès vuelve a exhibir su misteriosa fuerza en Aoi. Encarna a la atractiva examante de un hombre casado que se está muriendo en un hospital, interpretado por un sólido Joan Anguera. Rosa Muñoz y Marta Marco completan este sugestivo relato.

FUENTE: EL PERIODICO

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