lunes, abril 12, 2010

CUENTOS DE HADAS POLÍTICAMENTE CORRECTOS

Hadas, princesas, madrastras, vampiros. El mundo de la fantasía nos lleva a historias imposibles y nos lanza a aventuras increíbles. ¿O es el mundo real? Los cuentos nos introducen en el universo de la lectura y al mismo tiempo nos descubren sentimientos como los celos en el caso de Cenicienta, la envidia en Blancanieves o el abandono en Hansel y Gretel. Durante años, los clásicos de Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm o Charles Perrault han mostrado a los niños un mundo en el que el papel de la mujer y el hombre eran diferentes, porque correspondían a una época muy distinta a la que vivimos hoy.

Los nuevos cuentistas abordan otro tipo de temas relacionados con los valores que deben predominar en nuestra sociedad, como la solidaridad, el medio ambiente, el respeto al otro o la amistad. Pero lo políticamente correcto no derrota por ahora a la tradición y el cuento clásico sigue tan vigente como siempre. Hay quien apuesta por reinventar los cuentos y sobre eso hay diferentes teorías. Y hay otros que creen que resulta absurdo incluso el planteamiento de que pueda cuestionarse un patrimonio cultural de este orden.

El mercado editorial infantil y juvenil en España es uno de los más potentes de Europa, con una facturación anual que supera los 300 millones de euros. Se editan cantidades importantes de autores contemporáneos españoles y extranjeros. Sin embargo, los cuentos clásicos se llevan la mayor parte de la manzana. El Ministerio de Igualdad, el Instituto de la Mujer y el sindicato FETE-UGT apuestan por acercar a los niños cuentos no sexistas, ya que consideran que las historias infantiles suelen estar llenas de estereotipos. "Casi todas las historias colocan a las mujeres y a las niñas en una situación pasiva en la que el protagonista, generalmente masculino, tiene que realizar diversas actividades para salvarla", apunta Luz Martínez Ten, secretaria de Políticas Sociales de FETE-UGT. Y ahí están cuentos como La Bella Durmiente, Cenicienta o Blancanieves para demostrarlo.

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