domingo, noviembre 22, 2009

El jueves estuvo Carolina Rueda en La Luna

Una vez más volvió a la Luna Carolina Rueda.

En esta ocasión, el hilo que hilvanaba sus historias era la comida, el placer del alimento, y de ahí a los demás placeres no hay mucha distancia.


¿Qué puedo decir de Carolina que no se sepa? Nada, sólo contar una anécdota personal.

Andaba yo el jueves con la sensación, como escuché hace poco en una vieja serie de televisión, de que la vida me trataba "como si me hubiera pillado en la cama con su mujer". Vaya, que no tenía mucho el cuerpo para cuentos ni pa ná...

Pero luego me lo pensé, recordando otras ocasiones en que había escuchado a Carolina, y me acerqué a La Luna.


Una decisión afortunada.

No es que los cuentos curen, ni Carolina tenga poderes sobrenaturales, pero sí tuvo (tiene) la capacidad de capturar mi atención, alegrarme, divertirme y templarme el ánimo.

Y es que sabe y supo este jueves usar las palabras para eso, para resultar divertida, para transmitir alegría, para mantener atentos a los que escuchan, para mostrarnos otras caras posibles de la historia del mundo, y con la del mundo la de cada uno de nosotros.

Desde un par de versiones heterodoxas del Génesis de los cristianos, pasando por tres humildes rateros que acaban envueltos en el robo más dulce de sus vidas, hasta explicarnos un filosófico método para encontrarnos a nosotros mismos, de todo hubo en esta sesión.


Así que sólo puedo desde aquí dar las gracias a Carolina Rueda por contar como cuenta, por ser como es frente a su público, y por acompañarnos en La Luna de vez en cuando.

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